Siglo XVIII
La iglesia parroquial de Fonte Boa es una obra de inspiración barroca manierista, compuesta por una planta longitudinal rectangular, con fachada sobria, pero armoniosa. En 1953 se añadieron dos capillas laterales, estableciendo la actual configuración en cruz latina.
La fachada principal culmina en piñón rasgado por portal principal en arco recto, enmarcado, con ventanal rectangular y flanqueado por dos óculos en rombo. Dos ventanales, a izquierda y derecha, flanquean el ventanal principal en simetría. En el tímpano de la fachada se encuentra el nicho con el patrón, Cristo, Salvador del Mundo. El frontón sobreelevado es barroco y está coronado por dos florones de piedra y una cruz central trilobulada.
Adosada a la direcha de la fachada se encuentra la torre del campanario, de planta cuadrangular y tres alturas (1831), con una ventana en el segundo cuerpo y un campanario en el tercero. El interior está cubierto con un techo de madera decorado con un cajón y una bóveda de cuna.
Sábados, 09:00-18:00h
Festivos: 4o domingo de julio.
Divino Salvador
El Divino Salvador (o Santo Salvador) es Cristo, el Hijo de Dios, muerto por la salvación de la humanidad. Las parroquias que tienen al Divino Salvador como patrón revelan su antigüedad porque, junto con la advocación de Santa María, los primeros mártires cristianos y los apóstoles, el Divino Salvador es una de las advocaciones más antiguas.
La figura de Cristo, Divino Salvador, se presenta en majestad, sosteniendo el cetro de su poder sobre la Tierra. Tener al mismo Cristo como patrón en la advocación del Divino Salvador es un privilegio de numerosas parroquias, ya que sintetiza el misterio cristiano: la afirmación de que Jesucristo es el Señor, de origen divino, y el Salvador, a través del sacrificio de la cruz, de toda la humanidad. Divino Salvador, Santo Salvador o Divino Salvador del Mundo son advocaciones que revelan la misión de Jesús (= Dios Salva), el Cristo (= Ungido). La Iglesia Católica celebra el 6 de agosto la Fiesta de la Transfiguración de Cristo, donde se revela el papel de Cristo dentro de la Santísima Trinidad, como el Salvador.
Leyenda de la Fuente Mala
La Leyenda de la Fuente Mala hay que entenderla dentro de la relación establecida entre ésta y el nombre de la Parroquia, Fonte Boa. Para contrarrestar los llamados cultos paganos a las aguas y especialmente los relacionados con la exorcización del mal en actos de magia, las autoridades religiosas sacralizaron determinados lugares, montañas y manantiales, para llevar los rituales celebrados allí a la fe cristiana. San Martín de Dume se empeñó especialmente en esta tarea de transformación del mundo imaginario de la Alta Edad Media. De ahí que la parroquia se llamara también Fonte Boa para superar todo el imaginario asociado a la leyenda de Fonte Má (fuente llamada en 1589 «Fuente Mala»).
A la Fonte do Couto se la llamaba Fuente Mala, una denominación que, por proximidad y «contagio», también se atribuyó a las tierras vecinas («Tierra de la Fuente Mala»). Cuenta la tradición que fue San Bartolomé de los Mártires, Arzobispo de Braga, quien cambió el nombre de Fuente Mala a Fuente Buena en el siglo XVI. En esa época, las gentes de tierra daban ya poca importancia a los cultos paganos y no estaban tan apegadas al nombre de esta fuente, lo que facilitó el cambio de nombre. Y así, lo que antes era Fuente Mala se convirtió en Fuente Buena, siendo adornada por la iconografía civil y cristiana. Numerosos autores hablan de otro origen para la denominación de Fuente Mala. Algunos ven cierta corrupción del topónimo ‘Fonte Mar’, encontrado en documentos, por su proximidad al mar en línea recta, y porque en algunos pozos el agua se vuelve salobre y corrompida por el “comprente do mar” (término local para la marea alta o pleamar), o el nuevo nombre tal vez surgiera del hecho de que, en un determinado momento, las aguas malas que brotaban de allí se transformaron en aguas buenas, y son las que han llegado a nuestros días. En cualquier caso, se celebra la transformación del mal en bien, de la impureza en pureza, de los oscuros ritos paganos en la fuente simbólica de la vida cristiana.